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martes, 13 de febrero de 2018

Ray Loriga en las Tertulias del Campoamor.

Con  gafas de sol en la invernal tarde noche ovetense e interpretando un personaje llegó Ray Loriga a su cita con las Tértulias del Campoamor donde empezó con "t" de tomadura de pelo y finalizó con "t" de triunfador, un escritor que se define así mismo como "el resultado nefasto de mi experimento con las drogas" lo que dio pie a hablar de literatura y también de drogas y de hipocresía. "No se penaliza el consumo claro, porque eso es ocio", "no hago apología, tengo dos hijos de 19 y 14 años". Acompañado de Iván de Santiago al que descolocó desde el principio cuando dijo que se sentaba a la izquierda porque "el era de izquierdas, aunque ahora no se sabía donde estaba la izquierda" cuando le habían dicho que su sitio era el otro. De Santiago estuvo correcto en su papel de moderador a pesar de que el protagonista levantaba en ocasiones el vuelo y parecía irse de la sala. Muchos "madre mía" al inicio entre el público, hasta que el autor fue despegándose de su pose para hacerse con el auditorio. De menos a más, como el animal dormido que al despertarse se despereza desentumeciendo sus miembros y recuperando la lucidez que el sueño le ha robado por instantes.


Y habló de libros, de los suyos y de los otros. Otros que le iba citando de Santiago. Angel González, "la poesía" amigo con el que compartió noches de conversación. Becket, del que dijo que era un autor poco recomendable para escritores "nadie que quiera escribir debería de leer a Becket". Bradbury del que recomendó "El vino del estío" y Murakami al que descubrió en "Spuknik, mi amor", pero también tuvo palabras de lector y amigo para Elena Poniatwoska, miembro del jurado que ha premiado su última novela. A propósito de Bradbury y de la quema de libros de Fahrenheit 451 afirmó Loriga que "pensar que un libro podía hacer daño cuando lo que hace daño precisamente es no leer. Pensar que una página está escrita y quemarla porque lo que está escrito está declarado pero lo más peligroso es no declarar. La maldad no está en los libros. Hace más daño un mal soldado que cualquier libro."
Habló de músicos y cantó en inglés a Cohen, Dylan y George y en castellano a María Dolores Pradera y al Puma para lo que sacó de dentro un vozarrón impresionante que nada tenía que ver con el balbuceante y tímido soliloquio de alguno de los primeros momentos de la charla. E hizo guiños a la Vetusta que conoció cuando viajó por primera vez "cuando se viajaba menos" y al Real Oviedo, sin olvidar al Niemeyer ni al Sporting. Bromeó contando que también mentaba en Donosti al vecino y que allí parecía que no les gustaba mucho. Se metió al público mayoritariamente femenino, como siempre en estos eventos, en el bolsillo. Lo que se tradujó en preguntas, algunas más afortunadas que otras, pero más interacción con los presentes de lo que es habitual en estos actos. Eso sí, sólo preguntaron las mujeres.


Rendición, premio Alfaguara de novela, es una historia árida en la que triunfa la libertad individual por encima del "rebaño" a pesar de lo que esto significa en el desenlace. A mi personalmente me ha llevado a hacer, una vez más, una reflexión sobre el valor del agua como bien escaso y el poder que da ser su propietario. Rendición que es una distopía que se lee de un tirón, dibuja una sociedad en la que ni la mierda huele y en la que el protagonista para salvarse deja la higiene a un lado. En este sentido, sobre el rebaño frente al individuo, dejo varias sentencias Loriga al principio de la charla  "Tengo mucha esperanza en el movimiento individual. Tengo poca fe en los rebaños y en quienes los guían. Tengo poco fe en todo lo que no sea la libertad, en femenino, y el individuo." Si te preguntas como el autor de "Héroes" puede ser el autor de "Rendición" y escuchas lo que se dijo en el Campoamor quizás lo entiendas. "Quería ser un escritor que tuviera una única voz, una voz constante, pero no fui capaz porque me aburro y voy cambiando." Y sobre el proceso creativo Loriga que no puede crear mientras está promocionando dijo que "un escritor es soledad, soledad y silencio. Cuando acabas corriges, corriges, corriges en un trabajo extenuante, absurdo y solitario. Los libros son silencio y en ellos se juntan dos silencios, el del escritor y el del lector."




El autor se mostró especialmente irónico durante toda la tarde con el lenguaje políticamente correcto, hizo una buenísima reflexión sobre los medios de comunicación y sobre a quienes van dirigidos "tenemos la obligación de contrastar, pero claro somos unos vagos" haciendo alusión a las mentiras en castellano que cuentan los medios y que son tan fáciles de desmontar como leyendo distintas versiones de la misma noticia, pero entonces ¿a quién creer?. Y respecto a buscar la aprobación de los demás en las redes sociales afirmó que "no hay que esperar la opinión de los demás para concebirse uno mismo y actuar. Actuar o no hacerlo. Se puede vivir de cien mil maneras, actuando incluso ilegalmente pero nunca amoralmente." Criticó la industria de la belleza femenina que "inventa defectos donde no los hay". Hubo de todo para todos Al final el público salió muy satisfecho con una tarde en la que se habló de Literatura y de Vida con mayúsculas, da la buena y de la mala, que ésta también se escribe con mayúsculas. Una tarde para la reflexión que dió mucho más de sí que el simple espectáculo que prometía al principio.

1 comentario:

  1. Una crónica muy interesante, qué suerte poder asistir a estas tertulias.

    Saludos.

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