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domingo, 15 de noviembre de 2015

15 de noviembre de 2015: París y lo demás, después de la derrota.

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los guisantes, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"
Bertolt Brecht.
Yo añadiría:
"No hay más ciego que el que no quiere ver"
Refranero popular español.

Domingo, 15 de noviembre, un mes y cinco días para las elecciones generales, cinco más para Navidad.
Un día como otro cualquiera para empezar a creer en la raza humana o para empezar a dejar de creer. Aterrada con los atentados de París. Horrorizada con que el dolor del primer mundo solape tantas veces el del tercero, si es que en esto de los mundos hay categorías que como las meigas "haberlas haylas". Muertos de primera y muertos de segunda. Ninguno de ellos podrá volver a "Abrir la ventana muy temprano. Sentir en el rostro el frío de la calle" escribía Ovidio Parades ayer en un texto de exquisita sensibilidad como todo lo que él tan bien escribe. Gestos comunes y sencillos, robados para siempre. Nunca más besar, ni ser besados. Nunca más tocar, ni ser tocados. Sin poder acompañar en las infinitas lágrimas de sus padres y madres que a partir de ahora serán sombras de sí mismos. La sinrazón habita entre nosotros. Estos son nuestros muertos.
El sol se tiñe de sangre cada día en muchos sitios, a todas horas. El mar se puebla con los cadaveres que quienes huyen de Siria, primero se llenó de cuerpos de quienes huían de la miseria de los países del Magreb. Los que llegan muertos o casi muertos a nuestras costas  no son los que atentan contra Europa. Los muertos sólo son muertos. Los que llegan vencidos sólo son fantasmas de lo que fueron en sus países. Quizás sean nuestros asesinos en un futuro alimentados por el desarraigo y la desesperanza, pero ahora no, no lo son. Lo siento, NO son éstos los terroristas. Los terroristas están entre nosotros, silentes, estudiando en las Universidades, en las redes sociales, observando, escuchando, aprendiendo. No son los pobres inmigrantes del mar de plástico, ni los manteros que huyen de los municipales, ni los vendedores de CD pirateados. No son desarrapados. Esos son solo víctimas como nosotros. Nosotros pobres mortales, algunos afortunados, que viajamos en avión, en metro o en trenes de cercanías. Vamos a un concierto de heavy. Cenamos en una terraza un viernes de este noviembre fantástico, aquí y en París. Somos hombres y mujeres en la diáspora, viviendo lejos de casa. Vamos al mercado y morimos comprando flores en nuestro puesto favorito. El miedo habita entre nosotros.
¿Por qué dan esas cifras escalofriantes de jóvenes franceses que se unen al ejército del Estado Islamico? ¿Qué les empuja a entregarse a los brazos de una muerte segura?
43 muertos también en Líbano que se suman a los franceses. El Líbano está casi tan cerca de España como Francia (bueno exagerando un poco) sólo que al otro lado del Mediterráneo. Ayyyyy el Estrecho, el Mediterráneo, nacer aquí o allá, a un lado o a otro de la frontera, cuestión de dados o de destino. Estos también son nuestros muertos.
"Las fronteras fueron dibujadas con tiralíneas en África por las potencias colonizadoras", nos decía el profesor cuando preguntábamos porque los límites entre países africanos eran casi todo líneas rectas "Son ficticias, obedecen a intereses colonizadores"  Ayyyy, la Gran Europa que quería ser dueña del mundo y que junto a EEUU todavía hoy se reparten la tarta. ¿No es un peaje muy grande tantos muertos para la ambición política de los Amos del Universo?
Soy mujer y cristiana, universitaria y comprometida políticamente (roja, incluso dirían algunos) y además escribo y opino públicamente y en voz alta. Soy todo eso, no tengo que justificarme. No hago proselitismo, sólo  intento que mi vida pública, mi compromiso con los demás, sea coherente con mis creencias (y, es dificil, muy dificil). Si en vez de haber nacido en Oviedo lo hubiera hecho en cualquiera de los países de Oriente Medio y fuera pobre, probablemente no podría respirar. Si fuera rica, sería otra cosa.
Leí un texto en la pasada Noche Blanca que hablaba de como las mujeres turcas se habían quitado el velo y entrado en las Universidades. Hoy se lo vuelven a poner. El Islam es una forma de entender la vida como el Cristianismo o el Judaísmo. El error está en entregar el poder político a unos y a otros. Ahí es donde se confunde todo. Se justifica todo. Vale todo. Yo no puedo imponer mis creencias, sino tengo los mecanismos que me permitan hacerlo. De ahí la importancia de la laicidad del Estado. Por favor, Estado laico YA.
Matar en nombre de dios, el que sea, no me cabe en la cabeza. Manipular, programar, confundir a jóvenes para que se inmolen en nombre de cualquier dios solo obedece a mentes enfermas, ávidas de poder, de poder político y económico. No perdamos la perspectiva, ni nos confundamos.
Tener una visión sesgada de esta guerra, confundir víctimas con verdugos, también. Vamos a no estigmatizar. Vamos a mantener la calma. Vamos a estar atentos y no bajar la guardia, sí, de acuerdo, pero afirmar que musulmán es sinónimo de terrorista sería como decir que alemán es sinónimo de nazi, por poner el ejemplo más manido.
Y me atrevería a añadir algo más, vamos a dejar de ser masa para ser individuos con opinión propia, vamos a leer más, a informarnos más, a tener una visión real y global de las cosas.

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