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lunes, 7 de abril de 2014

Impúdica exposición.

Y digo yo que, a veces, sólo a veces, el azar juega a tu favor, regalándote historias y situaciones increíbles. Momentos que si fueran fruto de tu invención probablemente no te saldrían así. Historias de ficción que no son tan completas, ni tan divertidas. En el fondo me fui de allí por pudor, pero no por el de la chica que contaba su vida en voz alta, sino por el mío que ya no sabía dónde meterse, porque sólo le falto decir dónde vivía y cómo se llamaba. Suerte que su público, dos mujeres de mediana edad larga, lo digo porque una de ellas a la que me hubiera gustado saludar fue profesora mía, la conocían de tiempo y tuvieron la prudencia de no llamarla por su nombre.
Quiso una lluvia torrencial y repentina y el hecho de que la taquilla del Filarmónica, a donde había acudido a recoger unas entradas, estuviera cerrada, que fuera hasta el Campoamor y en el paseo que va desde la Plaza de la Escandalera al Edificio de la Universidad, tuve que decidirme entre ir a cobijarme a la terraza del Dólar o bajar para casa. El Dólar, sin duda es mi primera opción porque me encanta. Hubo un tiempo en que pase muchos ratos allí con novio o sin él, con las compañeras de la Facultad o con mis amigas después de una sesión de cine los viernes por la noche, cafeteando a media mañana mezclada con los guardias civiles y los abogados de la Audiencia. Ese tiempo no volverá y no me importa nada, porque lo que estoy viviendo ahora no lo cambio, pero si alguna vez me toca a mí ser la entrevistada que sepáis que propondré ese sitio.
En uno de los lados había un perro y como iba con Lola me coloqué en el otro. Sólo estaba una mesa ocupada y en ella dos mujeres, una señora de pelo corto y blanco, de espaldas a mi y una chica que estaba sentada en la misma posición en que me senté en la mesa de al lado. Ella y yo mirando hacía la plaza. De ella sólo acertaría a decir que tenía el pelo rizado, recogido y traía una falda estampada. En cuánto empezó a hablar ya no me atreví a mirar. Pedí una café con leche y me dispuse a jugar con el móvil, mientras, de verdad, pensaba que el café me iba a prestar y esperaba a que la lluvia parase.
La chica, que yo calculé de mi edad, o sea, más bien talludina, le dijo a la mujer mayor que hacía 21 días que se había separado, “Me separaron” corrigió, el chico, su compañero como decía ella se había ido de casa hacía tres semanas, “Pero de buen rollo, no tengo ninguna queja de los diez años que hemos pasado juntos, sólo me ha dejado jodida económicamente, aunque bueno él ahora estaba cobrando el paro, pero claro los ingresos eran comunes y vaya, bueno, ahora mismo no estoy muy bien de dinero. La casa me la he quedado yo y ya le iré pagando porque nos costó poco, unos 18.000 €, así que no le debo mucho” Cito comillas, pero no es exacto, seguramente me tomaré alguna licencia, porque no tenía grabadora. Miento, si la tenía y que conste que hubo un momento en el que dude si usarla, pero luego lo pensé mejor y rectifique. “Me ha separado mi chico” (que esto lo dijo así seguro) “y he adoptado a una chica de 20 años. Sí, sí, una mocina de 19 años que he conocido en uno de los Talleres que doy, coincidimos en el tren viniendo para casa y bueno, le tire de la lengua y nada, había acabado el tiempo de acogida en los hogares de mujeres maltratadas y claro, sólo le quedaba la opción de ir al albergue de transeúntes y con lo guapina que es y lo joven ¿cómo la iba a dejar ir?” Bueno, voy a obviar los lugares y de qué iba el taller, pero también lo dijo. “Ella, nada el padre se la cedió con 14 años a un argentino, que maltratarla físicamente, no la maltrataba, pero la quito de ir a clase, la castigaba, la encerraba en casa y cuando empezó a amenazarla con palizas, entonces ella se decidió a denunciar. Ha pasado unos diez meses entre una casa de acogida y otra y bueno, tiene una hermana, pero vive con un maromo, un chiquillo, un pitbull en un barrio marginal y en una situación totalmente desestructurada, estuvo un par de semanas con ella y al final la echo. Pero bueno ella ahora está estudiando, está alucinada con los libros que tengo, quiere hacer algo relacionado con la Filosofía o la Pedagogía” Vaya, vaya, ¿no tendrá más datos que dar? Pues os equivocáis, los tenía.
“Nada tenemos que ir a hablar con la asistente social porque a ella, de dónde viene, le dijeron que no tenía derecho a nada, pero no es así, vamos a solicitarle el salario social y la ayuda de emergencia que da el Ayuntamiento. En esto de los asistentes sociales todo depende de con quién des. Porque yo no la puedo mantener, pero si le dan los 400 € podemos hacer milagros. ”
Vale, Bea, ¿en qué momento decidiste venir a este sitio? Pero ¿esta chica por qué cuenta todo esto en voz alta? ¿lo está contando para mí también? ¿se cree que soy una de esas personas que no tienen nada más que hacer que escuchar a la mesa de al lado o hablar con su perra? Pues se equivoca, tengo algo más que hacer y es escribir esta historia en mi blog. Por favor, de verdad, tierra trágame.
En esto llega la otra mujer que ha sido profesora mía, se sienta, le preguntan por su salud y sigue el monólogo.
“Bueno pues si, ya le estaba contando a ella (y a la chica de al lado, que parece que se aburre) que hace 21 días que me separaron, pero todavía no os dije porque se fue. Mira llevábamos diez años juntos y chapeau (dijo “chapeau” lo juro) no tengo nada que decir de él, pero me enamoré, me enamoré de una tía a la que conocí en una de las actividades de la colectividad y claro yo enamorada como una perra, le dije a mi chico que había que abrir la pareja y él se agobio (no te jode, lo que le pasó es que se acojonó que es distinto y pensó “Ésta se va a tirar a la colega y encima lo va a publicar en la revista ésa que publica la colectividad y entonces, además de cornudo se va a enterar todo el mundo”) En diez años ni una discusión y en quince días reñimos más que en toda la historia. Y al final, nada porque se quedo todo en un rollo platónico, él se fue y a ella encima la tuve que echar porque quería controlarme. Anda hombre, lo que me faltaba. Bueno ahora me voy a las Urdes que tengo allí un terreno y una casa que tengo que organizar.”
Bueno Ovidio ¿qué te parece el guión? ¿No es Almodóvar total? La historia no está mal, de hecho tiene de todo: un triángulo amoroso, malos tratos, acogida temporal y un tema de mala gestión de los asuntos sociales, podría ser un éxito editorial, lástima que sea una historia real expuesta impúdicamente en medio de la terraza de un bar. Hay más cosas de las que se dijeron entre ellas las posibilidades de una universitaria de ganar pasta, dos opciones: la prostitución y la venta de óvulos. Yo toda mi vida me he dedicado a las clases particulares y mírame aquí estoy.
Quizás esté siendo un poco cruel, pero no lo entiendo. Yo tengo episodios de mi vida, que quizás no sean tan escabrosos, pero he hecho cosas que a lo mejor a alguna de mis amigas tampoco le gustaría oír a gritos. Y no la juzgo, soy heterosexual, pero me parece genial que cada uno se enamore, se acueste o se enamore y se acueste con quien quiera. De hecho no me resulta tan extraño sentirte atraída en un momento dado por alguien de tu mismo sexo ¿no dicen que el amor está en todas partes? No la juzgo, líbreme dios, pero un poquito de pudor, por favor. Recuerdo un supuesto de hecho que le dieron a Katia en clase de Psicología cuando hacía Magisterio. Aquel profesor, que tenía consulta privada, dio tantos datos que, por desgracia, Katia identifico a la mujer, una persona de mi círculo familiar. El caso del psicólogo tiene delito, pero el de la chica del Dólar en mi opinión también.
No sé, tenía pensada otra entrada, pero es verdad que las historias te encuentran. No hay que buscarlas, cuando menos te lo esperas, aparecen. Lástima, me hubiera gustado más hacer como hace el maestro, sentarme a observar y luego contarlo. Me hubiera gustado más construir la historia de Belén, a la que el camarero llamó por su nombre, que llegó cuando yo me iba y llevaba sus guantes puestos en pleno abril, pidió un café con leche y sin quitárselos, entró en el interior. Belén me hubiera dado otro juego.

1 comentario:

  1. No se de qué te extrañas, Bea; la actitud de la historia que cuentas también forma parte de la vida. Todo y todos formamos parte de la vida y la chica de la que hablas también. Recuerdo una certera cita de Claudio Magris en "El Danubio" a propósito de los que se creen diferentes; dice (cito de memoria) algo así como: "Por el sótano del edificio en cuyo primer piso se celebra un concierto de Mozart corre la sangre del matadero". Todos estamos en el mismo edificio.
    Pero voy a ir más allá (o más acá): ¿te has fijado en lo que se cuelga en facebook ...... a propósito de vidas y milagros? La diferencia con la chica de la que hablas no es cualitativa, sólo cuantitativa. Creo que nos conviene reflexionar a todos acerca de lo que se puede contar porque somos dueños de de lo que callamos y esclavos de lo que decimos.

    Cabuerza

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