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jueves, 24 de abril de 2014

Memoria de un roble.

Desde el tronco caído del Rebol.lo se puede ver el Teixo.
Por fin, es viernes. Esta semana ha sido larga después de las fiestas. Cierre de trimestre, los Huevos Pintos en la Pola, día del Libro y de los Jorges, cuarenta cumpleaños de un amigo con lo que conlleva de emociones y, un hecho triste que nadie podía presagiar y rompió a mitad de semana su plácido transcurso, la muerte de un árbol, monumento natural. La madrugada del 22 de abril sobre las 2.00 se cayó el roble de Bermiego, un roble centenario, icono de un pueblo y de un concejo.
El roble estaba situado en medio del pueblo, en un pequeño promontorio sobre la Capilla de San Antonio. Desde allí y en línea recta se alcanza a ver el Teixo de la Iglesia, centinelas los dos de una aldea asturiana y de su historia. Entre la niebla, tan propia de estas montañas, se podían adivinar sus siluetas. Si las ramas de los dos árboles hubieran crecido en línea recta habrían podido abrazarse, se habría podido tejer un túnel de espesa urdimbre bajo el cual caminar protegidos de la lluvia, al abrigo del hechizo de estos montes. Al roble lo dobló el tiempo y el cansancio, la vida misma. Vencido encima del tejado de la casa de Matías. Me imagino el susto y la escena, la sorpresa de los vecinos arremolinándose a esas horas alrededor del árbol arrancado de la tierra con sus raíces al aire, sobresaltados por el ruido. Por fortuna sólo se produjeron daños materiales que siempre tienen remedio, por desgracia se pierde uno de los reclamos turísticos de la zona. Nos queda el Teixo situado dentro del recinto de la Iglesia parroquial de Santa María, cuya majestuosidad y entorno bien merecen el paseo que hay hasta allí, pero subir hasta Bermiego y visitarlos a ambos era una parada obligada no sólo para los quirosanos, sino, sobre todo, para los turistas. Yo estuve allí hace más o menos un mes y fueron muchas las personas que se acercaron para verlos en un breve espacio de tiempo. No es extraño ¿no admiramos ermitas y catedrales construidas por la mano del hombre con menor antigüedad y encanto? Pues qué menos que admirarse ante el prodigio de la naturaleza que, por otro lado, en Quirós es mucho y está por todas partes. Aquel atardecer precioso del primer domingo de primavera, víspera de que el tiempo se parase en el concejo y la oscuridad se cerniera sobre todos, se dibujaban las ramas del viejo roble, creando una atmósfera especial y seductora. Y es que no sé qué tiene la luz cuando se cuela entre los árboles, lo mismo que no sé qué tiene el sonido de las ramas y las hojas cuando el viento las agita. La luz entre las ramas de los árboles del bosque es vida y el sonido que se escucha música. Fue un día de despedida, aunque entonces no lo supiéramos.
Bermiego protegido por estos dos gigantes, el Rebollo al que lloramos y el Teixo. Ambos esperando prestos para guarecernos, para abeluganos, para invitar a enamorarse bajo su frondosidad, para regalarnos su sombra en los días del caluroso verano. Invitándonos a jugar a su alrededor, a inventar historias de hadas buenas que tienen su hogar dentro de su tronco, roto y herido de muerte tiempo atrás por un rayo. Cuántos besos robados, promesas hechas de amor y rotas después, historias concluidas e inconclusas. Ambos protagonistas de la historia de un pueblo, testigos del trabajo y el esfuerzo de una comunidad vecinal, famosa por su asociacionismo. No en vano su asociación lleva el nombre del Roble y se mantiene activa después de tantos años promocionando tradiciones y fiestas populares.
Al pie del roble se juntaban los romeros procedentes de Alba, las gentes de Salcedo se acercaban a celebrar San Roque con sus vecinos. Venían a caballo, a pie, por el monte, más tarde en coche por la sinuosa carretera, familias enteras con sus meriendas. Eran otros tiempos, diferentes a éstos, quizás mejores. Fue tiempo de romerías y verbenas, de amistad y de noviazgos, de catiuskas y madreñas, de niños que vivían en el pueblo y de los que venían de vacaciones. Volver a casa de los que estaban fuera. Cita obligada de todos los agostos: “el 15 a Alba, el 16 a Bermiego”.
El roble se cayó y se hizo el silencio al menos un momento. ¿Su mérito más grande? Haber sobrevivido todo este tiempo a la maquinaria del progreso, permanecer enhiesto en medio del pueblo, esquivar a todo aquel que pretendió talarlo, haber muerto de viejo.
¿Cómo se mide la cultura de un pueblo? Sin duda uno de los patrones de medida es el trato de su medio natural, de sus árboles, su flora y fauna autóctona. En el respeto de nuestra tierra está nuestro futuro. Se muere un árbol, plantemos otro. Plantemos miles, uno por cada uno de nosotros, uno por cada una de las historias que se fraguaron a los pies del roble del Bermiego, por cada baile, por cada beso, por cada sueño. No muere un roble, muere algo nuestro, pongámosle remedio. Cada uno de nosotros tiene una historia propia con un árbol o, en mi caso, con varios: la figal que había delante de la casa de mis güelos en Salcedo, el árbol que crecía frente a casa de mis padres, la palmera de la Fábrica de Armas de Oviedo por la que mi abuela materna medía la intensidad del temporal de viento, el fresno que en verano no deja ver más allá de sus hojas y que mi tía Domitila quería podar a toda costa, la faya de Selino que a pie de Alba nos va anunciando las estaciones cadenciosamente año tras año, la cerezal que tengo delante de la nave donde trabajo en un polígono industrial, … Cada árbol tiene una historia, probablemente no tan bonita ni tan conocida como la del roble que perdemos, pero una historia al fin. Se queda vacía la atalaya del Roble de Bermiego, mantengamos vivo su recuerdo al menos en nuestra memoria.
Quirós es mágico, como mágicos son sus pueblos y como mágico es Bermiego, Tibet particular y personal de nuestro querido Víctor que la pasada noche actuó de cronista de lo acontecido. ¡Gracias amigo por tu vigilia!

http://lavozdeltrubia.es/2017/03/21/el-roble-de-bermiego-de-despedir-a-los-emigrantes-a-ensenar-arquitectura/

martes, 22 de abril de 2014

Onicofagia

Onicofagia: (Del gr. ὄνυξ, -υχος, uña, y -fagia).
                    1. f. Costumbre de comerse las uñas.

"La onicofagia surge por problemas internos de la persona -siguió hablando el policía - como puede ser la necesidad de autoflagelarse, por ejemplo, o un autocastigo por no sentirse a gusto uno consigo mismo."
"- Bueno... -concluyó Andrés Hernández, viendo que la joven policía no le hacia ningún caso -, morderse o comerse las uñas no es un mal ocasionado por la ansiedad y el estrés de la vida diaria, como algunas personas pueden pensar, el problema de la onicofagia radica en lo más profundo de la persona, donde se encuentran grabados los patrones de comportamiento que hacen que la víctima de este mal no pueda evitar llevarse los dedos, de forma impulsiva, a la boca y desguazarlos con los dientes."
Esteban Navarro en "La noche de los peones"

Cuando era pequeña se mordía las uñas. Era una manía como otra cualquiera. Una forma de enmascarar su timidez, sus miedos. Timidez que suplía con otras virtudes: era responsable con sus cosas, trabajadora en el colegio y buena estudiante, educada y cariñosa con sus mayores. María era una niña modelo, pero era tímida, tremendamente tímida. ¿Qué podía hacer si cada vez que alguien se dirigía a ella se le ponía colorado hasta el cuero cabelludo? Todavía le pasa ahora que ya es adulta. Pero de pequeña aquello le superaba, no podía evitarlo.
De aquel impulso suyo por comerse las uñas, en aquella especie de matriarcado que era su familia materna, culparon a su tía Alicia. Alicina como la llamaban en casa que no era ni la más lista, ni la más agraciada y que también se comía las uñas. Aquella tía suya, que no tuvo mucha suerte en la vida, era sobre todas las cosas buena persona, tan buena que se pasó meses durmiendo en una silla de playa al lado de su hermano enfermo terminal de cáncer. Así que la pobre ¿cómo no iba a morderse las uñas?
María no es consciente de haberse mordido las uñas nunca por imitación de su tía, de hecho no recuerda ni que su tía las mordiera.  Sin embargo, si recuerda que ella y su mejor amiga de aquellos días tenían esa manía. Tenían esa como podrían haber tenido cualquier otra. Duda mucho de que ninguna de las dos, con fuerte personalidad y carácter propio a pesar de ser tan pequeñas, lo hicieran por imitar a nadie. María cree que nunca ha imitado a nadie, ni en eso, ni en ninguna otra cosa.
El caso es que ella, cuando llegó al instituto, dejó de morderse las uñas. Con 14 años se le soltó la lengua, incorporó a su lenguaje algunas palabras mal sonantes que nunca antes había dicho, pues en su casa a sus padres nunca los escucho blasfemar y con las monjas nunca se habría atrevido y, como por arte de magia, abandonó la fea costumbre de martirizar y estropear sus manos. De aquel tiempo conserva su hábito de llevarlas siempre cortas, muy cortas. Se las corta tanto que a veces le duelen, sobre todo, los primeros días, al contacto con las teclas de su ordenador, hasta que empiezan a crecer.
María tiene uñas débiles, pequeñas y cuadradas, son el fruto de tantos años machacándolas haciendo lo mismo. No tiene las manos feas, pero podría tenerlas más bonitas si se las cuidase un poco porque entre el trabajo que tiene y lo poco que le gusta fregar, lo que menos sufre en su vida son sus manos... Pero esa es otra historia.
Acabada su etapa de Instituto, empezó en la Facultad. Ese fantástico tiempo donde dejas definitivamente la inocencia para empezar a tomar decisiones. Comenzó a salir con chicos. La vida tranquila y sin problemas de la que había disfrutado hasta el momento empezó a cambiar. No era muy diestra en sus relaciones con el otro sexo, más bien era bastante torpe. Su timidez casi enfermiza que había disfrazado de una cierta autosuficiencia y una importante capacidad resolutiva quedo a la luz y mostró todas las grietas de aquella armadura. Tuvo que salir de la biblioteca donde había permanecido escondida, parapetada detrás de los diccionarios de Latín y Griego y enfrentarse a su primera relación adulta. Aquella relación, abocada al fracaso casi desde el principio porque muchas veces quererse no es bastante, supuso su primera derrota y sus manos empezaron a sufrir otra vez. Esta vez de manera distinta, como un castigo físico que ella misma se imponía. Necesitaba sentir que el dolor que estaba pasando por aquella deriva sentimental fuera real y no sólo del alma. Se avergüenza hoy tantos años después. Se avergüenza pensando en su madre que ya no sabía que hacer para que su niña adulta, atenazada por el miedo, dejara de destrozar sus manos. Sus pobres manos y sus dedos indefensos, que no tenían ninguna culpa, sufrieron aquel primer fracaso que fue amoroso, pero que de haber naufragado en otra cosa su inconsciente habría actuado igual. Se avergüenza de haber tapado sus heridas con tiritas, rojas de mercromina para no perderlas de vista y recordarle lo que no debía hacer, de haber tenido que esconder sus manos tantas veces, de tener que curarse los muñones infectados. Sus amigas miraban para otro lado para evitar ponerla en evidencia si le preguntaban. Se avergüenza, pero aprendió la lección o eso cree. Por aquellos días, una vez pasado lo peor y en aguas más tranquilas, leyó por primera vez "Cien años de soledad" y decidió que aquel iba a ser para siempre el título de su vida instalada en su Macondo particular.
La mujer que es ahora ha tenido suerte. La suerte justa, ni más, ni menos. La que se merece. Tiene un buen trabajo y un piso bonito, sus montañas y a su amiga más fiel,  además está rodeada de gente que la quiere. No arriesgó mucho más en el juego del amor, lo reconoce. Y aún hay días que recuerda lo que decía su abuela "Mari, la vida es riesgo. Atrévete" pero es relativamente feliz como casi todos los que presumen de serlo. La felicidad completa no existe, se compone de trocitos más o menos grandes, más o menos duraderos. Desde hace años, muchos años no ha vuelto a castigarse, al menos, no físicamente.






                  
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sábado, 19 de abril de 2014

"La noche de los peones" de Esteban Navarro.

Cuando elijo la obra de un autor sigo fundamentalmente dos pistas: la primera, que se trate de una recomendación de alguien o que haya tenido alguna referencia de esta o aquella obra por medio de un conocido, la segunda es la intuición. La intuición me la da un título, una portada o, en este caso, una cara y un titular en un encuentro con lectores en Azuqueca de Henares “Uno ha de escribir sobre lo que sabe” dice Esteban Navarro. Normalmente ni las recomendaciones (estoy rodeada de grandes lectores con muy buen criterio), ni la intuición me fallan. Será que, de tanto escuchar a los que saben y leen más que yo o recomiendan mejor, ya tengo un sexto sentido propio cada vez más agudizado que me ayuda en mis decisiones de compra. No compro todo lo que quiero, pero si compro más de la media, creo que mucho más, la verdad.
A Esteban Navarro lo encontré en el muro de Lorenzo Silva. Ese es otro factor a tener en cuenta, las redes sociales y la inmediatez de las mismas. Reconozco que si no fuera por ellas yo nunca me hubiera atrevido a dirigirme a ninguno de estos autores. El anonimato que te dan te ayuda a lanzarte, aunque yo anónima cero pues tengo en mi perfil mi nombre completo y mis dos apellidos. La posibilidad de conectar en un mismo momento a personas que están a miles de kilómetros de distancia, que no se conocen y que, de repente, se hablan desde el respeto es algo fantástico (por lo menos, por lo que a mi respecta, siempre desde el respeto y así he recibido sólo la misma moneda: respeto y educación) El caso es que encontré a este hombre que me resulto particularmente atractivo y que afirmaba que el escritor sólo debe de escribir acerca de lo que sabe. Totalmente de acuerdo con la sentencia, aunque eso signifique que yo no podré escribir nunca sobre la mayoría de los temas que me apetecen y me gustan porque no sé de ninguno, bueno sí, podré escribir sobre sentimientos que en el fondo son lo que mejor se me da. Y aquí estoy yo escribiendo sobre la novela “La noche de los peones” y las sensaciones que me ha suscitado.
“La noche de los peones” es una novela policiaca sin serlo realmente. No es una novela negra al uso. Hay un cadáver, bueno más bien hay un muerto, pero su muerte no obedece a un hecho violento, ni a un crimen. Los protagonistas son policías y hay un misterio que sobrevuela todo el rato las salas de la Comisaría dónde se desarrolla la acción. Dos personajes antagónicos que no lo son tanto, cuya profesión es ésta pero que podría haber sido otra cualquiera, siempre que se dieran las condiciones de coincidir en tiempo y espacio, uno como veterano y otro como aprendiz o en prácticas. Andrés es un policía con más de veinte años de servicio, Diana es una joven recién salida de la Academia que coinciden una noche haciendo servicio en la Comisaría de Huesca. Esa misma noche Andrés se entera que Miguel, un antiguo amigo suyo, ha venido a morir a esta ciudad provinciana, no a otra, y que lo estaba buscando. Ese es el punto de partida.
Tengo que reconocer que la novela me engancho desde el primer momento, aunque al principio el tal Andrés le da una charla a Diana acerca de las personas que se muerden las uñas en la que me vi totalmente reflejada, lo que me fastidia especialmente y pensé “vaya éste es el típico tío que es un brasas y va a agobiarme a la chiquilla”, pero para nada.
El autor dibuja dos personajes y con ellos refleja de forma magistral el conflicto generacional, dos formas de ver la vida y de enfrentarla, dos formas de trabajar, dos diferentes mochilas con las que cargan. Uno será el salvavidas del otro y viceversa. El de 45 años ha vivido prácticamente la mitad de su vida navegando entre dos aguas, la legalidad y la delincuencia para al final decantarse por ser bueno antes que malo. Soy consciente de que retrata a una parte importante de la juventud postconstitucional, muchos de los cuales acabaron delinquiendo tras haber caído en las garras de la droga. Yo que afortunadamente soy un pelín más joven, fui testigo de ello, sobre todo, en mis tiempos de instituto. Todos están muertos. La droga se llevo lo mejor de los ochenta que no era ni la música ni la movida, sino a muchos de nuestros jóvenes.
Ella que tiene 20 pasa unos años luchando entre el poder que da la belleza presente, pero con fecha de caducidad y la opción de tener un poder perenne avalado por la autoridad y toma una sabia decisión. Una mujer bella tiene un poder importante y peligroso si quiere ejercerlo, pero la belleza se marchita, se agota. Diana decide con inteligencia que una placa y un arma le dan un poder duradero al menos mientras lo haga el servicio activo y opta por el camino legal. Ambos tienen un pasado que les pesa y ambos guardan un secreto, él lo confesará, ella no y al final será el azar el que cruce sus caminos.
Tengo que reconocer que no fue hasta la página 230, cuando apenas me quedaban un puñado de ellas para acabar que descubrí cuál iba a ser el giro que conduce al desenlace, lo que va a suponer el detonante para que ambos cojan el toro por los cuernos, se reconcilien con su historia y puedan hacer frente a lo que venga. Me sorprendió gratamente. Encajan las piezas del puzle, se cierra el círculo.
El autor sitúa el grueso de la trama principal en las dependencias de una Comisaría a lo largo de una única noche de servicio que va a cambiar sus vidas. Casi cumple con la regla de las tres unidades aristotélicas: acción, tiempo y lugar. Es por ello que la veo representada en un escenario, los personajes secundarios tienen su peso justo, ni más ni menos, lo mismo que los otros escenarios a los que se asoman apenas un instante: el hospital y un albergue de transeúntes. No creo que sean prescindibles en el conjunto, pero podrían serlo en una representación teatral.
Hace también Esteban Navarro, entre otras muchas, una llamada a la reflexión cuando todos tratan anónimamente al muerto. Muerto al que llaman de mil formas diferentes menos por su nombre. Me gusta esto. Todas las personas con las que nos cruzamos en la vida tienen nombre, sean sin techo o no, tienen nombre y una historia a sus espaldas. No está mal recordar que el hombre que duerme en el cajero, en los soportales de la plaza, debajo de un puente son personas como tú y como yo a los que la fortuna les ha deparado ese sitio pero ¿por qué no otro?
De momento, voy a seguir leyendo la obra de Esteban Navarro. Os recomiendo su novela. Y por mi parte me he decidido a participar en un taller de lectura acerca del género negro. Es lo que más me apetece ahora mismo. Sé que yo no escribiré ficción de este tipo, pero ¿quién sabe? igual sigo descubriendo pequeñas (y grandes) joyas literarias y con ellas a sus autores.

jueves, 10 de abril de 2014

Tráfico de pañales

Nos devora el tiempo, igual que Saturno devora a sus hijos,
 y así me siento yo devorada y, a veces, devastada y derrotada.


"Despierto hoy con la noticia de que una ovetense enferma y postrada en cama ha ganado un pleito al SESPA, y ha conseguido que se le reconozca el derecho a un pañal más al día y esto, que remueve mis entrañas, me decide a escribir esta carta para probablemente realizar algún tipo de catarsis personal compartiendo con los lectores de su periódico la realidad que vivimos en casa y que, desgraciadamente, viven cada día más y más familias que luchan contra viento y marea por mantener a sus abuelos (mi abuela en nuestro caso) en un ambiente familiar, en la esperanza de que en algún momento de su no-vivir reconozcan a su gente y no pierdan sus afectos, pues son éstos los que al final les unen a la vida.
No voy a contar aquí el día a día, que reflejaría a todas las familias que con más o menos recursos afrontan esta situación, tampoco voy a contar el esfuerzo sobrehumano que realizan mis padres y todos aquellos familiares que ocupan el papel de cuidadores de sus ancianos, papel que en un Estado que presume de SOCIAL y de Derecho, un Estado en el se defienden causas a veces ridículas, en una Democracia generosa como dice ZP (generosa cuando se trata de nacionalismos, claro), debería de desempeñar y ejercer la Administración Pública en toda su extensión o, al menos, en un mínimo que hiciera digna no sólo la vida de estos ancianos, sino la de los que los rodean. Y más aún cuando nuestra esperanza de vida aumenta día a día y esto va a más.
Yo sólo voy a contar, intentando ser objetiva (cosa que es imposible cuando la historia que cuentas es la tuya propia y la de los que quieres) y teniendo en cuenta que desde que leí la noticia en su periódico me he llenado de una profunda tristeza y que desde ella escribo, dos anécdotas que nos ocurrieron a nosotros a propósito de los pañales y de una posible ayuda para una cama articulada.
Mi abuela que cumplió 90 años el pasado 19 de enero, tuvo una crisis de incontinencia y dejó de caminar un lunes antes de la pasada Navidad, mi madre fue al médico de cabecera para ver si le daba un volante para urgencias y que allí la evaluaran. Mi abuela que llevaba tres meses en casa de mis padres había sufrido un deterioro tan rápido que estabamos desbordados y cuando pedimos vez para el neurólogo, más o menos en octubre, nos la dieron para el 29 de abril del 2005, pero esa es otra historia que no nos ocupa hoy. Así subimos aquel lunes a urgencias donde nos trataron correcta y familiarmente emitiendo un informe que prescribía el uso del pañal. Al día siguiente mi padre se dirige a sellar la receta de los pañales y cuál será nuestra sorpresa cuando con el informe médico de Urgencias delante de la nariz del funcionario, éste cumplimiendo estrictamente su obligación, le dice que ese informe no vale, que tenemos que ir a solicitar un informe al médico de cabecera que es el que hay que presentar y que por supuesto dice lo mismo respecto a los pañales. Y es aquí cuándo yo me pregunto por qué se establece un protocolo tan estricto con esto de los pañales, sellar las recetas ¿quién se dedica al tráfico de pañales? ¿tienen algún valor oculto el algodón y la celulosa que desconocemos? No lo entiendo, ¿cuánto cuesta un pañal? Ahora lo sé pues lo leí en su artículo, y ante esto, ¿cuántas horas de trabajo pierden al día los funcionarios del SESPA? ¿cuántas horas delante del ordenador jugando al solitario? ¿cuántas horas de teléfono solucionando problemas domésticos? ¿cuántas horas delante de la máquina de café? Voy a ahorrarme un taco, pero ¿dónde está el dinero de los pañales? ¿no es bastante duro tener que usarlos como para encima tener que mendigarlos? Nosotros con nuestros impuestos pagamos a esos funcionarios y también pagamos esos pañales que nos racanean.
Respecto a la otra historia que quería contar tiene un punto de humor negro. Personalmente creo que no es del todo malo tomarse estas cosas con un poco de humor aunque quedé un gusto amargo, también creo que no está mal desmitificar la muerte, reconociendo que en algunas ocasiones, por mucha calidad de vida que les podamos dar a nuestros enfermos, la muerte como viaje último y descanso eterno se abre como esperanza para ellos (soy cristiana y sólo me duele la muerte por la separación que supone de tus seres queridos) Bueno, a lo que ibamos, el día 7 de enero en el ánimo de echar una mano, fuí a informarme sobre la existencia de ayudas para camas articuladas, pues nuestras espaldas empezaban a sufrir las consecuencias de cambiar y asear en la cama a mi abuela, y yo pensé, en mi inocencia, que a lo mejor había ayudas de este tipo. Llegó allí y me dirijo a una funcionaria que amablemente me dice que no hay ninguna ayuda, pero que hay una única cama articulada para todo Oviedo (entendí) que algún familiar donó cuando falleció su dueño y que cuando se muere el enfermo que temporalmente la usa, retorna al servicio y se la dan al que llega por allí y la pide. ¿No es una historia propia de guión de Almodóvar? Me quedé tan alucinada que me fui de allí no sin antes desear al poseedor actual de la cama una larga vida.
Para finalizar y no alargarme, teniendo en cuenta que esto es una historia de carencias, quiero dar las gracias a la auxiliar de Urgencias que nos enseñó como teníamos que poner el pañal, a los auxiliares del Hospital que ante la petición de mi madre nos enseñaron como teníamos que curarle las heridas de los pies, a las enfermeras del Centro de Salud de Pumarín que hacen domicilios, a Chati, ella sabe porqué, a Carmen y a Bea que nos dieron un par de clases sobre gimnasia pasiva y cambios posturales, al resto de mis amigos por soportar mi desazón, a mi madre por darlo todo, a mi padre por aguantarlo todo y a mi abuela, que no le agradecería yo a mi abuela, eso queda entre nosotras, pero a su enfermedad tengo que agradecerle que nos puso a cada uno en su sitio y que despertó en mi una ternura infinita que estaba aparcada en algún lugar de mi corazón.

Oviedo, 17 de febrero de 2005"

P.D. Mi abuela murió en diciembre de 2011, seis años después de esta carta, han pasado ya dos años. Se desmadejó en los brazos de mi madre y se decidió a ir, llevándose con ella una parte importante de cada uno de nosotros. Murió en casa, no salió de ella en todo el tiempo que duró su enfermedad, que fue mucho tiempo, demasiado en mi opinión. En todo ese tiempo su médico de familia sólo la visitó una vez, un día que mi padre, que habla poco, pero que cuando lo hace sube el pan le dijo qué si no le daba vergüenza tener una enferma tanto tiempo encamada y no haber ido a visitarla ni una sola vez. Paradojas de la vida, cuando mi abuela nos dejó los trabajadores de la funeraria la bajaron por la escalera en obras, estaban haciendo, por fin, el ascensor tanto tiempo esperado. Si hoy volviera a escribir la carta, probablemente no atacaría de la misma forma a los funcionarios del Sespa. Hoy la situación es otra, más sangrante, mucho peor. Los recortes de medios, recursos y derechos pasarán a la historia de este país, como pasarán todos los desmanes de nuestros políticos, los elegidos por nosotros libremente. La Ley de Dependencia duerme el sueño de los justos. Tenemos casi seis millones de parados. Las estadísticas acerca de la pobreza infantil dan vértigo y, bueno, muchos abuelos pensionistas están manteniendo a toda su prole. Es lo que tenemos. No cabe duda que con una población altamente envejecida y con el aumento de la esperanza de vida, la necesidad de políticas sociales que, de verdad, den respuesta a los problemas presentes y futuros es un hecho. No se trata de prometer quimeras o imposibles, se trata de construir una sociedad más justa donde los ancianos, las personas dependientes y los colectivos más vulnerables vivan dignamente. Esto pasa por un cambio radical, no sólo político, sino también de nuestra forma de ver la vida. La verdad es que lo veo muy negro, pero bueno sigo creyendo en el hombre y en que un mundo mejor es posible. La solución para conseguirlo es trabajar juntos y centrarse en lo verdaderamente importante.

lunes, 7 de abril de 2014

Impúdica exposición.

Y digo yo que, a veces, sólo a veces, el azar juega a tu favor, regalándote historias y situaciones increíbles. Momentos que si fueran fruto de tu invención probablemente no te saldrían así. Historias de ficción que no son tan completas, ni tan divertidas. En el fondo me fui de allí por pudor, pero no por el de la chica que contaba su vida en voz alta, sino por el mío que ya no sabía dónde meterse, porque sólo le falto decir dónde vivía y cómo se llamaba. Suerte que su público, dos mujeres de mediana edad larga, lo digo porque una de ellas a la que me hubiera gustado saludar fue profesora mía, la conocían de tiempo y tuvieron la prudencia de no llamarla por su nombre.
Quiso una lluvia torrencial y repentina y el hecho de que la taquilla del Filarmónica, a donde había acudido a recoger unas entradas, estuviera cerrada, que fuera hasta el Campoamor y en el paseo que va desde la Plaza de la Escandalera al Edificio de la Universidad, tuve que decidirme entre ir a cobijarme a la terraza del Dólar o bajar para casa. El Dólar, sin duda es mi primera opción porque me encanta. Hubo un tiempo en que pase muchos ratos allí con novio o sin él, con las compañeras de la Facultad o con mis amigas después de una sesión de cine los viernes por la noche, cafeteando a media mañana mezclada con los guardias civiles y los abogados de la Audiencia. Ese tiempo no volverá y no me importa nada, porque lo que estoy viviendo ahora no lo cambio, pero si alguna vez me toca a mí ser la entrevistada que sepáis que propondré ese sitio.
En uno de los lados había un perro y como iba con Lola me coloqué en el otro. Sólo estaba una mesa ocupada y en ella dos mujeres, una señora de pelo corto y blanco, de espaldas a mi y una chica que estaba sentada en la misma posición en que me senté en la mesa de al lado. Ella y yo mirando hacía la plaza. De ella sólo acertaría a decir que tenía el pelo rizado, recogido y traía una falda estampada. En cuánto empezó a hablar ya no me atreví a mirar. Pedí una café con leche y me dispuse a jugar con el móvil, mientras, de verdad, pensaba que el café me iba a prestar y esperaba a que la lluvia parase.
La chica, que yo calculé de mi edad, o sea, más bien talludina, le dijo a la mujer mayor que hacía 21 días que se había separado, “Me separaron” corrigió, el chico, su compañero como decía ella se había ido de casa hacía tres semanas, “Pero de buen rollo, no tengo ninguna queja de los diez años que hemos pasado juntos, sólo me ha dejado jodida económicamente, aunque bueno él ahora estaba cobrando el paro, pero claro los ingresos eran comunes y vaya, bueno, ahora mismo no estoy muy bien de dinero. La casa me la he quedado yo y ya le iré pagando porque nos costó poco, unos 18.000 €, así que no le debo mucho” Cito comillas, pero no es exacto, seguramente me tomaré alguna licencia, porque no tenía grabadora. Miento, si la tenía y que conste que hubo un momento en el que dude si usarla, pero luego lo pensé mejor y rectifique. “Me ha separado mi chico” (que esto lo dijo así seguro) “y he adoptado a una chica de 20 años. Sí, sí, una mocina de 19 años que he conocido en uno de los Talleres que doy, coincidimos en el tren viniendo para casa y bueno, le tire de la lengua y nada, había acabado el tiempo de acogida en los hogares de mujeres maltratadas y claro, sólo le quedaba la opción de ir al albergue de transeúntes y con lo guapina que es y lo joven ¿cómo la iba a dejar ir?” Bueno, voy a obviar los lugares y de qué iba el taller, pero también lo dijo. “Ella, nada el padre se la cedió con 14 años a un argentino, que maltratarla físicamente, no la maltrataba, pero la quito de ir a clase, la castigaba, la encerraba en casa y cuando empezó a amenazarla con palizas, entonces ella se decidió a denunciar. Ha pasado unos diez meses entre una casa de acogida y otra y bueno, tiene una hermana, pero vive con un maromo, un chiquillo, un pitbull en un barrio marginal y en una situación totalmente desestructurada, estuvo un par de semanas con ella y al final la echo. Pero bueno ella ahora está estudiando, está alucinada con los libros que tengo, quiere hacer algo relacionado con la Filosofía o la Pedagogía” Vaya, vaya, ¿no tendrá más datos que dar? Pues os equivocáis, los tenía.
“Nada tenemos que ir a hablar con la asistente social porque a ella, de dónde viene, le dijeron que no tenía derecho a nada, pero no es así, vamos a solicitarle el salario social y la ayuda de emergencia que da el Ayuntamiento. En esto de los asistentes sociales todo depende de con quién des. Porque yo no la puedo mantener, pero si le dan los 400 € podemos hacer milagros. ”
Vale, Bea, ¿en qué momento decidiste venir a este sitio? Pero ¿esta chica por qué cuenta todo esto en voz alta? ¿lo está contando para mí también? ¿se cree que soy una de esas personas que no tienen nada más que hacer que escuchar a la mesa de al lado o hablar con su perra? Pues se equivoca, tengo algo más que hacer y es escribir esta historia en mi blog. Por favor, de verdad, tierra trágame.
En esto llega la otra mujer que ha sido profesora mía, se sienta, le preguntan por su salud y sigue el monólogo.
“Bueno pues si, ya le estaba contando a ella (y a la chica de al lado, que parece que se aburre) que hace 21 días que me separaron, pero todavía no os dije porque se fue. Mira llevábamos diez años juntos y chapeau (dijo “chapeau” lo juro) no tengo nada que decir de él, pero me enamoré, me enamoré de una tía a la que conocí en una de las actividades de la colectividad y claro yo enamorada como una perra, le dije a mi chico que había que abrir la pareja y él se agobio (no te jode, lo que le pasó es que se acojonó que es distinto y pensó “Ésta se va a tirar a la colega y encima lo va a publicar en la revista ésa que publica la colectividad y entonces, además de cornudo se va a enterar todo el mundo”) En diez años ni una discusión y en quince días reñimos más que en toda la historia. Y al final, nada porque se quedo todo en un rollo platónico, él se fue y a ella encima la tuve que echar porque quería controlarme. Anda hombre, lo que me faltaba. Bueno ahora me voy a las Urdes que tengo allí un terreno y una casa que tengo que organizar.”
Bueno Ovidio ¿qué te parece el guión? ¿No es Almodóvar total? La historia no está mal, de hecho tiene de todo: un triángulo amoroso, malos tratos, acogida temporal y un tema de mala gestión de los asuntos sociales, podría ser un éxito editorial, lástima que sea una historia real expuesta impúdicamente en medio de la terraza de un bar. Hay más cosas de las que se dijeron entre ellas las posibilidades de una universitaria de ganar pasta, dos opciones: la prostitución y la venta de óvulos. Yo toda mi vida me he dedicado a las clases particulares y mírame aquí estoy.
Quizás esté siendo un poco cruel, pero no lo entiendo. Yo tengo episodios de mi vida, que quizás no sean tan escabrosos, pero he hecho cosas que a lo mejor a alguna de mis amigas tampoco le gustaría oír a gritos. Y no la juzgo, soy heterosexual, pero me parece genial que cada uno se enamore, se acueste o se enamore y se acueste con quien quiera. De hecho no me resulta tan extraño sentirte atraída en un momento dado por alguien de tu mismo sexo ¿no dicen que el amor está en todas partes? No la juzgo, líbreme dios, pero un poquito de pudor, por favor. Recuerdo un supuesto de hecho que le dieron a Katia en clase de Psicología cuando hacía Magisterio. Aquel profesor, que tenía consulta privada, dio tantos datos que, por desgracia, Katia identifico a la mujer, una persona de mi círculo familiar. El caso del psicólogo tiene delito, pero el de la chica del Dólar en mi opinión también.
No sé, tenía pensada otra entrada, pero es verdad que las historias te encuentran. No hay que buscarlas, cuando menos te lo esperas, aparecen. Lástima, me hubiera gustado más hacer como hace el maestro, sentarme a observar y luego contarlo. Me hubiera gustado más construir la historia de Belén, a la que el camarero llamó por su nombre, que llegó cuando yo me iba y llevaba sus guantes puestos en pleno abril, pidió un café con leche y sin quitárselos, entró en el interior. Belén me hubiera dado otro juego.

jueves, 3 de abril de 2014

"Parcialmente despejado" de Constantino Menéndez

Cada 2 de abril se celebra, desde el 2007 y por decisión de la Asamblea General de la ONU, el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo y con este motivo se presentó en el Salón de Actos del Centro Cultural Cajastur de Oviedo el corto “Parcialmente despejado” de Constantino Menéndez. El acto que fue un éxito de público y de crítica fue organizado por la Plataforma de Familias de Alumnado con TEA de Asturias.
Parcialmente despejado” muestra las reflexiones, emociones y situaciones diarias a las que se enfrenta una madre de un niño con TEA, cómo son las relaciones que se establecen dentro de la familia tras el diagnóstico y cómo es su relación con el propio niño. El protagonista es Manu un niño con autismo especialmente interesado en la Meteorología. Manu no sale en ningún momento, sin embargo, toda la acción pivota en torno a él.  Se trata de un monólogo de la actriz Olga Cuervo que interactúa con el espectador al que se dirige todo el tiempo, narrando como ha sido su vida desde el momento en que le dicen que su niño es TEA. El corto es emotivo y duro, sobre todo, cuando cuenta las dificultades de la madre por llevar a término un embarazo complicado y luego por sacar adelante sola su proyecto de familia. El mensaje quiere ser positivo sin dejar de lado su natural preocupación por el día de mañana. En primer plano destaca el importante y fundamental papel de la madre como cuidadora y también hay sitio para una nota divertida, sacándonos con algún guiño una sonrisa. La mamá de Manu le dice a su hijo que es como un superhéroe que “Tiene Especiales Aptitudes” haciendo un juego con las siglas de TEA que en realidad significan “trastorno del espectro del autismo”
Ayuntamiento de Oviedo 2 de abril de 2014
Para los que estábamos allí que no tenemos ningún conocimiento sobre el tema y nos acercamos para mostrar nuestra solidaridad y aportar con nuestra presencia un pequeño granito de arena, el corto fue una clase magistral y nos llego al corazón. A mi me encantó.
Después de la proyección se abrió un turno de intervención de los miembros de la Mesa y un turno de preguntas en el que participó de forma muy activa parte del público asistente. Aquí destacaría a Constantino Menéndez (guionista y director) que explico un poco como fue el proceso de gestación del corto y dijo que este trabajo se puede extrapolar a otros colectivos, pero que él se centro en éste porque le gusta especialmente trabajar con ellos. Constantino es psicólogo de la Asociación Equitación Positiva y hace intervención con niños con diversidad funcional de todo tipo. Dio algunos datos que producen vértigo teniendo en cuenta cuál es la situación económica actual, ésta, la económica, es otra parte del problema de la que probablemente se paso de puntillas porque no era el día más indicado. Hoy se calcula que sólo en nuestro país hay unos 3 millones de personas con distintos niveles o grados de dependencia. Detrás de cada dependiente hay un cuidador. Cuidador que en un alto porcentaje es una mujer. Una mujer que puede ser la madre, la esposa, la hija e incluso la nuera y que antepone las necesidades de la persona dependiente a las suyas propias (exactamente como explica la mamá de Manu que en un momento se pregunta cuándo ha dejado de lado su melena y se ha bajado de los zapatos de tacón). Todos aquellos que de una u otra manera hemos vivido una situación de este tipo sabemos que es totalmente cierto y que como le pasa a la mamá de Manu, a veces las cuidadoras se abandonan y se dejan arrastrar por el cansancio emocional y físico, se dejan llevar por la tormenta que están viviendo esperando acabar varadas en una playa y abandonarse ¿cuántas dudas, preguntas, ganas de tirar la toalla o simplemente de echar a correr y no mirar atrás?
A mi ayer los testimonios de los padres me dejaron fría: una chica diagnosticada con 18 años, otro joven tratado durante años como esquizofrénico, niños a los que ya en la guardería habían apreciado que eran diferentes y que no se diagnostican hasta mucho después para “no etiquetarlos” cuando se sabe que el diagnostico precoz es importantísimo porque supone empezar antes con la terapia. Terapia que en la mayor parte de los casos es la única solución. Madres culpabilizándose durante años, padres amenazados con la posibilidad de perder a los niños por no llevarles al colegio.
Enfrente y, sin generalizar, pues ayer también se dio testimonio de que hay profesionales estupendos, profesionales que también en ocasiones pecan de exceso de celo, enfrente se encuentran pediatras y psiquiatras que no tienen ni idea, niños escolarizados en colegios sin adaptación curricular, sin recursos ni medios para cubrir las necesidades específicas y especiales y luego, la incomprensión de la sociedad, la soledad de los padres y las madres, las promesas incumplidas y los sueños frustrados.
Y en la mesa también Bea Mendez Llamazares, miembro de la Plataforma Tea Asturias que es a la que yo conozco. Conocí a Bea estando embarazada de Pelayo. Pelayo es su superhéroe particular. Fue en el año 2008, vimos juntas la final de la Eurocopa, estaba en la recta final de su embarazo. No la volví a ver hasta unos años después en una boda, nos hicimos amigas de Facebook por unas fotos. Ese verano, la mañana del cumpleaños de Pelayo ella felicito a su hijo en su muro. Hacia referencia a que en la relación de ambos había un tercer invitado. No recuerdo exactamente sus palabras, ella le daba las gracias por lo más grande que tenía, que era él (bueno junto a Nora, su hermana) al tiempo que mencionaba la presencia del TEA en su historia. Yo no sabía nada y me quedé de piedra. Hacía un día precioso, una mañana de ésas de sol, recuerdo perfectamente dónde estaba y la sensación que aquellas palabras me produjeron. Un tiempo después nos volvimos a encontrar por motivos de trabajo y en cinco minutos de conversación me contó más cosas sobre el TEA de las que yo había oído en mi vida. Bea es una tía valiente que llama a las cosas por su nombre. Creo que esa actitud vital de coger el toro por los cuernos, aunque los días y las noches sean muy largos y muy difíciles, es lo que la mantiene a flote y lo que ayuda tanto a Pela. Esa actitud y el papel de los que le rodean. Estoy convencida de que Pelayo llegará a ser el protagonista de su propia vida, con mayor o menor ayuda, pero el protagonista de su historia al fin y a su lado, incansable, su madre siempre. Bea escribe un blog, aunque lo tiene un poco parado, que se llama “Reconquistando tu mente” y lo que esta tarde he estado leyendo me ratifica su calidad como persona y como madre, aunque también me demuestra lo dura que es su lucha. Sigue escribiendo Bea, tu testimonio puede ser muy importante para otras madres en tu misma situación.
Hoy 1 de cada 150 niños tienen un trastorno que se encuadra dentro del Espectro del Autismo (que es espectro por la variedad que presenta), y en una proporción de 1 niña por cada 4 niños. Ésta es la discapacidad infantil más importante, por encima de todas las demás. Pero además junto a los niños hay unos 450.000 adultos con una problemática de adultos: las relaciones afectivo-sexuales, la formación universitaria o profesional, la incapacidad de conseguir un empleo en tantos y tantos casos, etc.
Niemeyer, Avilés, 2 de abril de 2016
¿Cuál es la finalidad del día 2 de abril? El fin último es lo que hace Bea y las que son como ella, madres luchadoras e implicadas en su causa, dar visibilidad a este colectivo y concienciar a la sociedad de que aunque el autismo a día de hoy no tiene cura, es posible trabajar juntos para conseguir mejorar de forma cualitativa y cuantitativa la vida de estas personas. Trabajar para conseguir que sus derechos a la educación, a la salud, a tener una vida plena, a su dignidad como personas y, en definitiva, su derecho a ser felices se respeten. Para ello como sociedad debemos esforzarnos por promocionar y fomentar su integración y su desarrollo como individuos. El día también pretende reivindicar que se vacie al término autista de su valor negativo. Cuando decimos que alguién “es autista” estamos utilizando la palabra de forma peyorativa y esto no debería de ser así. Los autistas por encima de todo son personas, personas especiales y fantásticas, nobles y sinceras, con un sentido de la verdad y la justicia por encima de la media, luchadoras y campeonas, porque en cada paso que dan, en cada logro que consiguen hay una victoria propia y familiar, individual y colectiva.
Parcialmente despejado no es lo mismo que parcialmente nublado, aunque sea parecido. Cuando la niebla sea tan espesa que no te deje seguir, recuerda que puedes pararte a descansar y dejar que aclare, porque en esta lucha un poquito de sol puede ser determinante.
Y dos años después podéis ver el corto enlazado en esta entrada. ¡GRACIAS!